viernes, 22 de marzo de 2013

Aún sigo solo en Saigón. A todas horas creo que no voy a despertar de nuevo en la jungla. Cuando estuve en casa durante mi primer permiso era peor. Me despertaba y no había nada. Apenas hablé con mi mujer; sólo para decirle "sí" a su petición de divorcio. Cuando estaba aquí quería estar allí, cuando estaba allí no pensaba en más que volver a la jungla. Llevo aquí una semana, esperando una misión. Estoy desmoralizado. Cada minuto que paso en este cuarto me hago más débil; cada minuto que "charlie", como llamamos al Vietcong, se agazapa en la selva, se hace más fuerte. Cada vez que miro a mi alrededor las paredes se estrechan más. Todos consiguen lo que desean, y yo quería una misión. Por mis pecados me dieron una, y me la sirvieron en bandeja. Era una misión para elegidos, y cuando se acabara nunca querría otra. Me enviaban al peor sitio del mundo y aún no lo sabía. 




Déjame ser tu luz eterna, tu Sol cuando no haya ninguno, un pastor que te guíe.
Déjame ser tu luz eterna, te sostendré y nunca regañaré. Puedes confiar en mí cuando nadie esté de tu lado.
Está brillando por ti, la soledad se terminó, los días oscuros se marcharon.
Déjame ser tu luz eterna, un tren escapando del dolor. El amor es el carbón que hace a este tren rodar.
Déjame ser tu luz eterna.



miércoles, 13 de marzo de 2013

martes, 12 de marzo de 2013

Miradas

Me encantan esas miradas que lo dicen todo y a la vez no dicen nada. Esas miradas que te salvan en un aprieto, que te apoyan, y esas miradas que resultan ser la perdición de cualquier hombre. Esas miradas llenas de odio, y esas miradas llenas de amor y ternura. Esas miradas que matan, y esas miradas que podrían poner fin a la más cruenta y larga guerra. Me encantan esas miradas.