lunes, 16 de abril de 2012

Érase una vez...

...un hombre en hielo tallado. Nació a partir de un gran bloque de hielo, el cual fue esculpido cuidadosamente, cuidando cada detalle, cada facción. El hombre de hielo tenía buena planta; era alto y delgado, y caminaba erguido, con andares firmes y poderosos. 


El hombre de hielo no se sentía atraído por nada ni nadie. Consideraba que ninguna persona estaba a su altura y que, por tanto, ninguna persona podría coaccionarle de ninguna manera. El hombre de hielo tenía sus aficiones, muy suyas, y su mirada fría y penetrante asustaba a cualquiera que se atreviera a mirarle a los ojos. El hombre de hielo no tenía familia, no tenía amigos, tampoco enemigos. El hombre de hielo era bastante neutro, en todos los aspectos, un bloque de hielo andante, al fin y al cabo. 


Un día, el hombre de hielo encontró algo. Por primera vez, miró algo con su fría mirada. Al instante, notó una gota cayendo por su mejilla helada. El hombre de hielo lloraba. Comenzó a preguntarse el porqué de aquello, e intentó explorar el origen de su pena, acercándose a aquella misteriosa cosa, mientras notaba cómo lloraba cada vez más. A medida que avanzaba, el hombre de hielo notó sus fuerzas debilitadas, sus pasos, antaño firmes, ahora eran débiles y flojos, y el gesto rudo de su cara era ahora rugoso y agonizante. 


El hombre de hielo cayó, primero de rodillas, y notó cómo sus piernas, ahora delgadas como alfileres, desaparecían, al igual que sus brazos y su torso. Finalmente, el hombre de hielo se dejó caer, y en un vano intento por salir de aquel infierno, respiró cada vez más fuerte, pero cada suspiro le consumía más y más. 


El hombre de hielo acabó transformado en un charco de agua sobre la tierra, que reflejaba el Sol en sus suaves hondas. De ese agua brotaron, poco después, unas preciosas flores de múltiples y llamativos colores; verdes, rojas, amarillas, azules... el hombre de hielo se había convertido en algo infinitamente bello al haberse topado con el Sol, ese elemento que, a pesar de no saberlo, había estado esperando toda la vida.


Mi Sol.



No hay comentarios:

Publicar un comentario