lunes, 8 de octubre de 2012

En una mañana propia de una película de Bogart, en un lugar donde el tiempo se paró hace ya mucho, voy avanzando entre la multitud como Peter Lorre, contemplando un crimen aquí, otro allá. Ella sale corriendo tras el Sol con un vestido de seda, como una acuarela en la lluvia. No aburras pidiendo explicaciones, sólo te dirá que ya llegó. No te dará tiempo para preguntas, mientras encadena tus brazos en los suyos. La sigues hasta que tu sentido de orientación desaparece por completo.

La mañana llega y tú sigues con ella, el autobús y los turistas se han ido, y tú has mandado a volar la oportunidad y has perdido tu ticket, así que tienes que quedarte. Pero el tambor que lleva el ritmo de la noche permanece, sonando al ritmo de un nuevo día. Sabes que algunas veces estás tentado a abandonarla, pero ahora te vas a quedar, porque sabes que, al fin y al cabo, ha merecido la pena. 



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