domingo, 11 de julio de 2010

Los tres relojes de mi habitación están parados.

Uno se detuvo hace tiempo.
En el páramo angosto
de una historia acabada.
Con lágrimas y tristeza.

Otro fue dejando de latir poco a poco.
Como el viajero agotado
que hace un alto en el camino para descansar y apagar su fatiga.
Pero el segundero de este reloj ha seguido en marcha desde que el primer reloj se paró.

El último, el último es mi favorito, y a la vez el que más odio.
A decir verdad este aún no se ha parado.
Este aún funciona, a duras penas, pero lo hace.
Este reloj tiene puesta una alarma, pero no sé a qué hora sonará.
Por eso yo lo miro de vez en cuando, por si esa alarma suena.
Pero el tiempo pasa y no suena.
Es algo angustioso, no sabes cuándo sonará.
Ni siquiera sé si sonará...

¿En verdad habrá una alarma puesta en este reloj?
Espero que sí.



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