Acabábamos de llegar a una aldea llamada May Lei. El coronel nos reunió y dijo que apresáramos a todas las mujeres, ancianos, niños y bebés; los hombres habían muerto en el asalto.
Como el coronel mandó, apresamos y llevamos a toda esa gente al centro de la aldea. Los colocamos a todos juntos, en piña. El coronel dijo: -Ya sabéis lo que tenéis que hacer, ¿no?-. Yo dije que sí, así que el coronel se fue y me quedé vigilando al grupo de vietnamitas.
Al cabo de 10 minutos el coronel volvió, y con cara de asombro dijo: -¿Por qué coño no están muertos ya?
Yo respondí que creía que la orden era vigilar a esa gente.
El coronel me dio una pistola automática...y disparé. Disparé sin mirar. Quizás no matara a nadie, quizás maté a todos. Pero pude oír el llanto de los bebés, los gritos de las mujeres y las súplicas de los ancianos.
-Entonces, usted afirma que pudo matar a mujeres, ancianos, niños....y bebés.
Sí; mujeres, ancianos, niños y bebés.
No hay comentarios:
Publicar un comentario