Recuerdo que una vez me perdí, con once años.
Pasé nueve días en los bosques de Alaska, y sobreviví.
Comía bayas y me limpiaba el culo con hiedra. En casa ni se enteraron, padre estaba ocupado con la invención del universo y madre se encontraba haciendo la colada. Cuando volví a casa lo primero que hice fue ir a la cocina y prepararme un sandwich. No me pasó nada, pero me escocía el culo cosa mala.
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