Pues bien, sabemos que The Artist es una película muda, rodada exclusivamente en Los Ángeles, EEUU, y que está filmada, además, en blanco y negro. Algunos simplemente dicen: -oh, genial-, ante los oscars recibidos por esta película; yo digo: -oh, vaya-. "Oh vaya", porque me preguntaba si, en pleno siglo XXI, era posible que una película muda y en blanco y negro ganara el oscar a mejor película, sin contar siquiera con el resto ganados. Parece que es posible, muy posible de hecho, y muy merecido, desde luego, cada uno de los premios recibidos por la cinta.
No obstante, no pretendo analizar la película, pretendo analizar lo que ésta me ha hecho ver.
Año 1888, el francés Louis Le Prince crea la primera película muda de la historia, una grabación de apenas dos segundos, que mostraba a dos personas caminando por un jardín. Hasta la aparición del cine "sonoro", en la década de 1920, se produjeron cientos de pequeños filmes mudos, en Francia, Estados Unidos, etc, en los que se mostraban, desde escenas cotidianas como el ya comentado paseo por el jardín, hasta la llegada de una locomotora a una estación; o bien historietas, como la del Viaje a la Luna, en 1903, del famoso Georges Meliés (que por cierto, otra de las películas nominadas a mejor film, La Invención de Hugo, habla sobre la vida de este director y productor de cine francés) La Batalla de la bahía de Chemulpo, en 1904, o Satán se divierte, en 1907.
La escena más reconocida a nivel mundial de Viaje a la Luna, de Georges Meliés |
El cine mudo quedó obsoleto, como ya he dicho, en la década de 1920, cuando el cine sonoro arrasó con su llegada al mundo, dado su nivel de novedad entre la población, algo nunca visto hasta el momento, y las posibilidades que éste daba. La propia película de The Artist, narra la historia de una estrella de Hollywood de esta misma época, encarnado por Jean Dujardin, que rehúsa a seguir contando historias mudas, pasando así al cine sonoro, y cómo éste se desenvuelve en ese mundo, hasta entonces totalmente desconocido.
Año 2011, The Artist arrasa a nivel mundial. Goya a mejor película europea, los ya comentados cinco oscars, tres Globos de Oro (mejor película, mejor actor y mejor banda sonora) y siete premios BAFTA, entre los que figuran el de mejor película, mejor director, mejor actor y mejor guión original.
Parece que, después de todo, el cine mudo no ha muerto del todo y que, como en muchos aspectos, el ser humano tiende a mirar atrás y recordar cómo empezó todo. Cómo comenzó una era, una moda, un fenómeno. Sin embargo, esta tendencia ha sido seguida por muchos, y muchos han fracasado en su objetivo. Así, remakes como el de Caperucita Roja en 2011, de Catherine Hardwicke y el de Los Tres Mosqueteros, también en 2011, de Paul W.S. Anderson; me hacen y, creo que hablo en nombre de muchos, nos hace pensar que, querer modernizar los grandes clásicos, ya sea el Cine Mudo, o clásicos de literatura como los anteriores, no siempre sale tan bien como le ha salido a Michel Hazanavicius con The Artist, y que, de hecho, puede resultar catastrófico.
El resultado, cintas paupérrimas en sentido, y un clásico de la literatura totalmente destrozado, con miembros desparramados por ahí.
Sólo queda decir, bravo por The Artist, bravísimo.
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