A menudo, el maquillaje es causante de efectos ópticos no deseados. A lo largo de mi corta vida, he podido tener el lujo (o deslujo) de ver varios rostros de mujer sin esos potajes cosméticos en sus pieles. No me refiero a cualquier clase de mujer, sino a mujeres que suelo ver maquilladas, pero que, por cualquier razón, un día no lo están. Sin duda ese día, es un día maravilloso.
Maravilloso porque esa mujer tiene la oportunidad de mostrarse al mundo tal y como es (físicamente, no mezclemos términos), y yo lo considero todo un privilegio, pues así les ven sus seres más queridos, y así puedo verlas yo durante unas horas. Parecerá que están leyendo ustedes a un psicótico ido de olla, pero es sólo una opinión.
La miras y percibes esas pequeñas imperfecciones que antes tapaba un milímetro de maquillaje, unas imperfecciones que, pensándolo, resultan igual de atractivas y bonitas; pequeños ápices de personalidad.
El maquillaje ayuda, pero la belleza natural...ay...la belleza natural....cuan pocas la tienen, y cuántas la desperdician.
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