Somos complejos, y a la vez somos tan fáciles. Como un reloj, con todas sus ruedecitas dentadas y sus piececitas, un mecanismo tremendamente intrincado pero que, en la mano del mejor de los relojeros resulta ser algo sumamente simple. El trabajo del relojero será hacer que el mecanismo funcione correctamente, fijar bien las piezas en sus soportes, hacer que encajen con las demás de forma perfecta. Parece difícil, pero no lo es. Hay una pieza clave, en el medio de ese mecanismo tan complejo, una pieza que hará que todo el reloj funcione. El resto de piezas podrán ser más grandes, más gruesas, incluso más bonitas que la pieza clave de la que os hablo, pero sin ella todo se va al garete. La pieza clave representa a los principios, los valores de una persona. Nosotros somos el relojero, y nosotros somos el mecanismo, y el deber de ordenar las piezas acorde a unos principios es nuestro y está en nuestras manos. No falléis en esa gran labor.
domingo, 26 de mayo de 2013
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preciosa entrada, me encanta, me daba verguenza decirtelo por twitter asi que mi opinion general del blog es muy buena, en algunas entradas me parece que se queda corto en el sentido de que hay poco texto para querer decir tanto, es decir tienes buenas ideas que podrias desarrollar mas y "enganchar" mas. Besos!
ResponderEliminarFeedback de madre:
ResponderEliminarLa pieza clave es, siempre, el cerebro. Todo, absolutamente todo, está en nuestro cerebro: nuestra capacidad intelectual, nuestra capacidad de esfuerzo, de sufrimiento y de recuperación, de superación y de sacrificio; también nuestra capacidad de amar y de discernir lo que está bien y lo que está mal. Los valores y principios, por lo tanto, también están en el cerebro.
Cuida del tuyo, querido hijo.