Con el fracaso del plan de invasión de la Unión Soviética (Operación Barbarroja para los cultos) y la entrada de los Estaos Unidos de América en la guerra contra la Alemania Nazi; Hitler y el Alto Mando alemán llegaron a la conclusión de que Alemania no podría hacer frente a la fuerza creciente de los Aliados y que, tarde o temprano, acabarían llamando a las puertas de Berlín.
Así, en 1943, se realizó una lista que ha pasado a los anales de la historia como la "lista Osenberg", una lista que recogía nombres de científicos, ingenieros y técnicos de todos los campos que se encontraban en suelo alemán. El objetivo de aquella lista fue reunir a las más prominentes mentes germanas para que, juntas, lograran impulsar una victoria alemana sin precedentes en Europa y, posteriormente, en el mundo entero.
Estos hombres de ciencia fueron integrados en rigurosos y secretos programas que muy pocos altos cargos nazis conocían, para desarrollar y experimentar con materias totalmente nuevas para la época. Uno de sus principales logros fue la creación del motor a reacción. Suena a poca cosa, pero si este avance se hubiera realizado en 1939, el rumbo de la Segunda Guerra Mundial habría sido muy distinto y muy favorable para Alemania, según muchos expertos e historiadores.
Mientras las fuerzas aéreas de los Aliados eran propulsados por motores de gasolina normales y corrientes y por hélices; la fuerza aérea alemana (Luftwaffe para los cultos) comenzaba a introducir en sus hangares aparatos propulsados por estos innovadores motores que les conferían una velocidad de vuelo muy superior a la del resto de aviones de la época, y que permitía añadir a los aparatos mejor armamento. Prueba de esto son, por ejemplo, el Messerschmitt Me 262 "Schwable", el primer caza a reacción de la historia, y el Arado 234 "Blitz", el primer bombardero a reacción de la historia.
Otros modelos como el Arado E-555 (del que hablé hace mucho tiempo en este mismo blog: http://born2bsomething.blogspot.com.es/2012/05/archivos-secretos-nazis-1.html) se quedaron en el plano, pues muchos proyectos fueron cancelados en la recta final de la guerra ante el enorme gasto que suponían para un país que tenía que fabricar tanques, aviones y munición para sus soldados. Y ese fue el fallo de los nazis, que desarrollaron todas estas maravillas militares demasiado tarde.
Otro de los "éxitos" de la ciencia militar nazi fue el célebre cohete V2 (A4 para los cultos), el primer misil balístico de largo alcance de la historia, utilizado contra Bélgica e Inglaterra, y el primero también en realizar vuelos suborbitales. La máquina de propaganda nazi presentó a esta monstruosidad como el orgullo del III Reich, y calificado por Hitler como la represalia por los bombardeos británicos en suelo alemán. En un plan futuro del Alto Mando alemán, variantes del misil V2 cruzarían el Atlántico para atacar ciudades estadounidenses como Washington DC, Chicago o Nueva York. De nuevo, los efectos de este poderoso misil tomaron forma demasiado tarde como para cambiar el rumbo de la guerra, que ya iba encaminado a la victoria aliada.
Sin embargo el clímax de la ciencia militar de la Segunda Guerra Mundial llegó con la bomba atómica, la máxima manifestación del poder destructivo de un arma en esta época. Todos conocemos el Proyecto Manhattan en EEUU, y cómo éste produjo las bombas Little Boy y Fat Man que devastaron las ciudades de Hiroshima y Nagasaki respectivamente. Sin embargo, no tanta gente conoce el Proyecto Uranio, el hermano alemán del Proyecto Manhattan. Grandes científicos alemanes trabajaron en este proyecto, tales como Otto Hahn y Werner Heisenberg. Estos y otros científicos fueron después reclutados por EEUU para el proyecto Manhattan, por lo que podemos decir que gracias a estos científicos se llevó adelante la bomba atómica estadounidense.
Sin embargo, las investigaciones nazis trataban de ir más allá. Aunque todo estudio se realizaba en el marco de un posterior uso militar, algunos experimentos estaban envueltos en un halo de misterio y misticismo. Uno de los proyectos más extraños que conocemos hoy es el conocido como die Glocke "la Campana" nazi. Poco se sabe sobre este artefacto y ha habido (y hay) lugar para numerosas teorías y especulaciones. Se dice que el artefacto con forma de campana tenía en su interior dos cilindros llenos de un elemento parecido al mercurio (Xerum 525) que, al girar en el sentido contrario a las agujas del reloj emitían una tenue luz violeta y hacían levitar en el aire al artefacto como por arte de magia, desprendiendo, además, una gran cantidad de radiactividad. Posteriores estudios de algunos de los documentos del proyecto que se lograron recuperar revelaron dos palabras clave; lanterntrager (portador de luz, haciendo referencia a la luz violeta) y kronos (tiempo), lo que ha llevado a muchos a pensar que la misteriosa "Campana nazi" era en realidad una máquina del tiempo que, de haberse finalizado con éxito el proyecto, podría haber cambiado el curso de la guerra y haber arrancado la amenaza aliada de raíz.
Lo que sí se sabe es que el jefe de este proyecto fue el ingeniero y oficial de las SS (Schutzstaffel para los cultos) Hans Kammler, y que cuando el Ejército Rojo se acercaba a las instalaciones del proyecto en el complejo subterráneo de laboratorios conocido como der Riese, el Alto Mando alemán ordenó el asesinato de todos los científicos que trabajaban en el proyecto. Se cree que Hans Kammler también fue asesinado por efectivos de las SS, llevándose el secreto de la "Campana nazi" a la tumba. También se cree que todos los científicos del proyecto no fueron asesinados sino que desaparecieron, fruto del poder de teletransportación que podría tener la campana . El artefacto se llevó a un lugar más seguro y, tras la guerra, se le perdió la pista totalmente.
Estos y muchos otros proyectos descabellados partes de la Wunderwaffe (armas maravilla) vieron su fin con la rendición de la Alemania nazi y el final de la guerra. Es entonces cuando la CIA, conocedora de las investigaciones nazis, impulsa la Operación Paperclip, una operación cuyo objetivo sería ofrecer asilo y recursos ilimitados a científicos de la Alemania nazi con el fin de que éstos investigaran a favor de EEUU. Se sabe que la URSS llevó a cabo un plan similar y que se llevó consigo documentos, tecnología y científicos alemanes para sus propias investigaciones, sobre todo en el campo de la bomba atómica, dado que EEUU ya poseían el arma, y no sería hasta 1949 cuando los soviéticos lograrían crear su propia bomba atómica. Existen documentos desclasificados de la CIA que apuntan a que el oficial de las SS Hans Kammler sobrevivió a la guerra y que fue llevado a Moscú, donde se le ofreció asilo y recursos para investigaciones secretas, esta vez bajo a bandera soviética.
Prueba clara de los avances que se lograron gracias a la tecnología nazi es que la tecnología utilizada por el célebre misil V2 sirvió como base para el desarrollo del programa espacial estadounidense de la NASA, (que logró llevar al hombre a la Luna en 1969 gracias a los cohetes inspirados en el V2) y el soviético Sputnik (que logró llevar al hombre al espacio por primera vez en 1961).
Como curiosidad, el 9 de diciembre de 1965 un OVNI se estrelló en la localidad estadounidense de Kecksburg. Algunos testigos afirmaron que el objeto tenía forma de campana. Hay teorías que afirman que aquel OVNI era en realidad la campana nazi. Sobre cómo llegó a Kecksburg, algunos dicen que la CIA se llevó el artefacto a EEUU tras la guerra; otros dicen que la campana viajó en el tiempo desde algún momento durante la Segunda Guerra Mundial hasta 1965.
Todo esto y mucho más forma parte de la herencia que la ciencia nazi dejó abandonada y que fue a parar a manos de los Aliados, una herencia con una esvástica en la solapa.
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