viernes, 22 de marzo de 2013

Aún sigo solo en Saigón. A todas horas creo que no voy a despertar de nuevo en la jungla. Cuando estuve en casa durante mi primer permiso era peor. Me despertaba y no había nada. Apenas hablé con mi mujer; sólo para decirle "sí" a su petición de divorcio. Cuando estaba aquí quería estar allí, cuando estaba allí no pensaba en más que volver a la jungla. Llevo aquí una semana, esperando una misión. Estoy desmoralizado. Cada minuto que paso en este cuarto me hago más débil; cada minuto que "charlie", como llamamos al Vietcong, se agazapa en la selva, se hace más fuerte. Cada vez que miro a mi alrededor las paredes se estrechan más. Todos consiguen lo que desean, y yo quería una misión. Por mis pecados me dieron una, y me la sirvieron en bandeja. Era una misión para elegidos, y cuando se acabara nunca querría otra. Me enviaban al peor sitio del mundo y aún no lo sabía. 



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